La relación del ser humano con las abejas y la miel, en sus orígenes, no fue como cultivador o “ganadero”, sino como mero recolector. Los homo sapiens saqueaban panales naturales igual que podían hacerlo los osos u otros animales. No sabemos, a ciencia cierta, cuándo empezaron a hacer esto, pero hay pinturas rupestres de hace 8000 años en las que se representa a un hombre, descolgándose por una especie de liana, con un morral al cuello y algo como un panal en la mano, rodeado de puntitos fácilmente reconocibles como abejas.
Suponemos que en seguida aprenderían a utilizar el humo para ahuyentar a las abejas, ya que su piel era ligeramente más delicada que la de un oso ante sus picaduras.
Tampoco sabemos con seguridad, si durante la “Revolución Neolítica”, allá por el 5000 a.c., con el sedentarismo y la nueva afición a la agricultura y la ganadería, el ser humano ya conoció la apicultura, aunque fuera de modo rudimentario. Aunque hay restos arqueológicos del 7000 a.c., en Anatolia (Turquía), que demuestran usos más o
menos sofisticados de la miel y la cera de abeja. Leer más →
Comprendo que, como hijo de José Mª Rodero, mi opinión sobre este trabajo está “un pelín” condicionada: que a los 25 años de su muerte aún alguien se acuerde de él es algo que te emociona, y la primera reacción es de agradecimiento. Pero quiero hacer notar que ese condicionamiento no es necesariamente solo positivo. Son muchas las ocasiones en que he tenido que aclarar errores en publicaciones sobre mis padres. Por ejemplo, afirmaciones no solo falsas sino incluso ofensivas vertidas sobre ellos en las memorias de Adolfo Marsillach (uno de los grandes amigos de mi padre) o de Alfredo Landa (a quien nunca conocí personalmente). Con los famosos ocurren estas cosas continuamente. Pero en este trabajo de Concha Pascual no he podido encontrar la más mínima referencia negativa. Doy fe de que todo lo que dice es cierto, aunque, en el original (que tuvo la gentileza de permitirme revisar) encontré dos o tres pequeños detalles inexactos (que no falsos) en lo referente a su vida privada (que no en la vida artística), cuya corrección le sugerí y ella incorporó inmediatamente. Considero, por tanto, que ha hecho un trabajo de investigación exhaustivo, tanto en hemerotecas como en contactos humanos y el resultado, en mi opinión, es sobresaliente. Creo que será muy difícil que alguien, en un posible futuro proyecto sobre este tema, pueda superarlo.
Magnífico trabajo que me ha permitido revivir muchas noches de Estudio1. Muy documentado, de fácil lectura nos acerca a la parte profesional y humana de este monstruo del teatro.
No he encontrado estudios sobre este magnífico actor.
Enhorabuena a la autora, irradia profesionalidad y un gran amor al teatro, reivindicando el lugar que debe ocupar este grande de la escena.