La palabra “abanico” deriva del latín abano, que era un utensilio utilizado por los romanos para aventar los granos de cereal, y en las cocinas para avivar el fuego.
Hay muchas definiciones de abanico, algunas muy técnicas y sofisticadas, pero, sin duda, la más simple, y por ello quizás la más acertada sea “cualquier objeto manufacturado que sirva para ventilarse”.